Son cómodas, frescas e ideales para descansar el pie en verano, pero llevar chanclas de forma habitual puede afectar seriamente a la salud del pie, tal y como explican diversos podólogos y ortopedistas.
Principalmente, porque la forma de caminar con ellas, generalmente encogiendo los dedos para sujetarlas, puede provocar dolor y lesiones de distinta gravedad en los músculos de las piernas, los tobillos y las caderas y repercutir, incluso, en la columna vertebral.
Diversos estudios, realizados principalmente en Estados Unidos, confirman esta teoría. Por ejemplo, los médicos ortopedistas de la Escuela de Medicina Mount Sinai, indican que la cobertura que ofrecen las sandalias al arco y al pie en sí es demasiado limitada. Además, es un tipo de calzado que propicia cortes y roturas de dedos y uñas.
Igualmente, en un estudio realizado en la Universidad de Auburn, tomando como referencia a un grupo de 40 hombres y mujeres de edad universitaria, determinaron que el uso de la correa de las chanclas modifica la forma de caminar.
Por ello, tal y como afirmó el portavoz del equipo, Justin Shroyer, "variaciones en el pie como esta pueden provocar cambios en la cadena cinética que, en este caso, se puede extender hacia la parte superior del cuerpo".
No obstante, se trata de un tipo de calzado que sí puede usarse, e incluso puede ser recomendable hacerlo, en determinadas circunstancias como, por ejemplo, en zonas de piscina o de playa para proteger el pie de hongos, o si se van a realizar caminatas cortas por sitios llanos y las temperaturas son muy elevadas.
Aunque, incluso en estos casos, podólogos y ortopedistas aconsejan modelos concretos con correas anchas que, a ser posible, dispongan una en el talón para aliviar el esfuerzo. También es recomendable que sean levemente profundas por la zona del talón para afirmar más el pie y que posean un soporte suave para el arco con el objetivo de relajar la tensión del mismo.
Imágenes: Calzados cómodos